En los últimos años ha publicado tres libros poéticos fundamentales: Fámulo (2009), Hiela sangre (2013) y este Libro de la confusión . Fruto de una imaginación proteica y una precisión léxica deslumbrante, crea un lenguaje recuperado de libros y escritos, de sintagmas sacados de los “habituales hallazgos de la vida diaria”, como afirma el poema que da título al libro. De ahí nace la reescritura de sus versos, de su capacidad de apropiación y de alteración para transformar el sentido y dotar al verso de un ritmo interior necesario y exaltado, eso que Larrea definía como una “sucesión de sonidos elocuentes movidos a resplandor”. Así son sus poemas.
Libro de la confusión se enfrenta al paso del tiempo, a la agonía y la “cesión” de la muerte, al temor a perder la diferencia, aunque “la vejez no sea terreno literario”. Como un forense, ensaya un balance de vida que apela, incomoda, provoca y desafía el “difícil término” de ese momento en el que “llega una ramera / llamada Sombra”. Ferrer Lerín se adentra en espacios inéditos con la precisión de sus contraplanos (amor y muerte, humor y crudeza), y lo hace con su marca personal, sin autoengaños ni sentimentalismos, encontrando la clave que hace buena la locución coloquial: “Deo volente, será (es) un gran libro”.