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Adiós a Lluís Permanyer
  24/10/2025



E l placer de su compañía. Cálido, elegante, el gran cronista de Barcelona ha sido uno de los integrantes más queridos de la redacción de 'La Vanguardia'. Deja acabada la nueva edición de 'Cites i testimonis sobre Barcelona'


Era tan cálido y encantador, proyectaba tanta elegancia y bonhomía, que su perfil humano, en este momento de la despedida, aparece en primerísimo plano y casi se sobrepone a su trabajo cultural y periodístico. Pero esa obra de décadas ha tenido gran importancia, y hay que comentarla.

Lluís Permanyer fue un gran cronista de Barcelona, devenido auténtica institución de la ciudad; la gente le reconocía y le paraba por la calle para comentarle sus textos y opiniones. La decisión de escribir sobre la ciudad para La Vanguardia en 1975, al despejarse el camino de la democracia, le llevó a reunir una biblioteca especializada de 2000 títulos y, sobre todo, a entrevistarse con los principales testigos de la vida urbana en los campos más diversos, de la cultura literaria a la empresa, la hostelería, la confitería o el music hall. Recopiló estos testimonios en distintos libros, complementados con sus indispensables “biografías de vías urbanas”: las del paseo de Gràcia, la plaza Catalunya o la Diagonal, hasta historiar el Eixample en su conjunto.

Escribió a menudo sobre modernismo, que contribuyó a revalorizar, y brilló como biógrafo y tratadista de figuras artísticas y literarias –de Joan Miró a Josep Maria de Sagarra, pasando por Tàpies o Clavé. Se le deben importantes memorias y documentos que sin su intervención no se hubieran publicado.

Fue maestro de ceremonias en la despedida de la calle Pelai, y en cierta ocasión resultó elegido nuestro periodista más elegante 
Ha sido una de las grandes firmas de La Vanguardia, también uno de sus integrantes más queridos, además de un enamorado de la historia del rotativo. Evocaba a menudo sus comienzos en la sección de internacional con Carlos Nadal o José Casán, y las tertulias que allí se generaban, Arrastró a menudo a sus compañeros de redacción al Molino, cuyo carácter genuino le entusiasmaba; fue maestro de ceremonias, tocado con chistera y barba postiza, en la despedida de la calle Pelai, y en cierta ocasión resultó elegido muy merecidamente como nuestro periodista más elegante .

Le empecé a tratar cuando entré en esta casa, en 1987; y he tenido el privilegio de mantener a lo largo del tiempo una buena amistad con él; nos hemos visto junto con Assumpció y Mey en su piso repleto de memorabilia de la calle Casp. Me pidió que hiciera el discurso sobre su trabajo cuando le otorgaron el premio Trajectòria de la Setmana del Llibre en Català, lo que me permitió asomarme con mayor profundidad a su obra publicada, y he tenido el privilegio de que el pasado jueves, en su sección El album, hablara con cariño de un novela mía, que le dio pie para recordar dos anécdotas, muy suyas, sobre la Barcelona gótica.

Lluís, que sufrió hace meses un accidente que le generó inmovilidad parcial y lenta recuperación, firmaba sus mails recientes como El manco del Ensanche. Se nos va con la elegancia y discreción que caracterizaron su vida. Y creo que con la satisfacción del deber cumplido: hace pocas semanas me anunció que en noviembre aparecería la edición definitiva de una de las obras a las que ha dedicado más años, la recopilación Cites y testimonis sobre Barcelona, con más de 500 nuevas incorporaciones. En sus palabras, “el monument immaterial que dedico a la meva ciutat”. 

Querido Lluís, la disfrutaremos como hemos disfrutado de tus escritos y de tu siempre estimulante, y gratísima, compañía, que tanto vamos a echar de menos.

Sergio Vila-Sanjuán - lavanguardia




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