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2ª. Sesión XV Jornadas Poéticas de la ACEC. Poesía y periodismo en la encrucijada de la reacción, el sabotaje y la transacción
ACEC21/12/2014



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No lo tenían nada fácil, el pasado 17 de diciembre, los protagonistas de la segunda entrega de las XIII Jornadas Poéticas de la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña (ACEC), tras la celebrada conferencia inaugural de Tomás Alcoverro y el recital poético de José Antonio Arcediano, Teresa Costa-Gramunt y Jordi Nopca del día anterior. El listón estaba demasiado alto y la ansiedad o la presión por dar la talla podían jugarle a más de uno una mala pasada, como le sucedió recientemente al bueno de Joaquín Sabina. 

Sin embargo, la jornada de cierre del encuentro superó todas las expectativas. Los tres ponentes de la mesa redonda “Poesía y periodismo: divergencias, contactos y mediaciones”, Edgardo Dobry, Sam Abrams y Jesús Aguado abrieron el juego con una profunda reflexión sobre las tensiones entre la lírica y los géneros de la información desde posiciones complementarias y equidistantes. La discrepancia de los puntos de vista fue un sabroso condimento para el diálogo, inesperada en una primera instancia, teniendo en cuenta sus similares perfiles. Los tres son poetas, traductores, y críticos que colaboran asiduamente en la prensa escrita y han reflexionado en más de una ocasión sobre la relación entre periodismo y poesía, pero con todo, su enfoque difería un buen trecho. 

Dobry se encargó de encargó de repasar “fricciones y contaminaciones” entre ambos discursos viajando a los orígenes de la poesía moderna, sobre la línea de la tradición francesa, para destacar “la reacción del poeta frente a la vulgarización de la palabra convertida en mercancía de cambio, fungible y devastada” con la irrupción de prensa escrita y la publicidad desde mediados del siglo XVIII. “Una actitud reactiva” en el nuevo posicionamiento del poeta que lleva a “al estallido del poema” y “la clausura de la poesía” de finales del siglo XIX especialmente con Mallarmé, que “incorpora las tecnologías periodísticas y el diseño espacial de los carteles de la publicidad”. 

Abrams, en cambio, se decantó sobre todo por la tradición anglosajona, para resaltar las transacciones y préstamos de ida y vuelta entre ambos discursos, desde una figura bicéfala fundacional como Walt Whitman, “que llevaba dos dietarios encima, donde apuntaba cosas de la realidad que luego convertía indistintamente en artículos periodísticos o en poemas”, recordó. Así como un autor central en la literatura catalana como Joan Maragall, “excelente en uno y otro ámbito, e hizo un esfuerzo poético por dignificar el periodismo, a la vez que rejuvenecía su poesía al abrirla a la realidad”. Abrams se encargó de rastrear esa suerte de transacción en los orígenes de la prensa escrita “cuando la poesía daba prestigio a un periódico; y éste, lectores a la poesía”. 

El contrapunto entre esos dos polos llegó con “el enfoque personal” de Jesús Aguado que confesó su labor de “sabotaje y contrabando” poético en el interior de los periódicos, ya sea “camuflando poemas en columnas de opinión”, como la que escribe desde hace más de una década en La opinión de Málaga, o introduciendo subrepticiamente acrósticos y figuras poéticas en el interior de artículos. Cosa que hacen muchos poetas y narradores, consciente o inconscientemente, que se dedican al periodismo como medio de subsistencia. Y a modo de demostración empírica, Aguado leyó un largo y sugerente poema construido con endecasílabos extraídos de la prensa del día. Una experiencia reveladora con la que confirmó un provocador “Poemínimo” del mexicano Efraín Huerta: “Lo de menos / Es que sea / El cuarto Poder // Lo que importa / Es poder / En el cuarto”. Así revindicara el sevillano, nacido en Madrid, para la poesía “una mirada no secuestrada por los poderes”. 

Y si algo comprobaron a continuación los tres poetas que tomaron la palabra tras el debate fue el irreductible y subversivo poder de la poesía para resistir a esa devaluación de la palabra en la era de la información. Imposible dar cuenta de esa experiencia de lectura dinámica y ágil, compartida por Carlos Zanón, Eva Font y Jonio González. El cronista se rinde ante el misterio fugaz de la poesía convertida en soplo de la voz y no atina a precisar más que una lograda modulación, a medio camino entre la intimidad y la revelación contenida, compenetrada entre los tres rapsodas que fueron pasándose el micro a razón de tres poemas cada uno, para recomenzar hasta dos veces la ronda. 

Zanón optó por una selección variada de piezas comprendidas en sus media docena de poemarios publicados hasta la fecha, reunidos en la antología Yo vivía aquí. 1989-2012, publicada por Playa de Ákaba, con prólogo de Eduard Sanahuja; para rematar con lso demoledores versos de “Rusty James” en Rok’n Roll: “Recuerdas la última vez / que dormiste bien, que fuiste generoso?”. La joven autora del premiado Fetes des Vendages optó en cambio por una serie completa de logrados poemas inéditos que más que la promesa de un verso como “Em pregunto si avui tornaré a trobar-te”, son la confirmación de un talento. Y por su parte, el poeta argentino Jonio González, radicado en Barcelona desde hace décadas, prefirió en cambio combinar piezas publicadas e inéditas, todas ellas de un engañosa simplicidad como de cristal de roca, y de tal modo afiladas. Entre los poemas publicados resonaron los versos de Ganar el desierto (Ediciones en Danza) y los implacables Últimos poemas de Eunice Cohen, y entre ellos especialmente los versos finales de la pieza titulada “Perro negro”: “una palabra es una palabra / no deja deuda sin cobrar”.  



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